Ghostland Observatory

A las seis suena el despertador (bueno, tres distintos). Ducha, pequeña mochila, diez minutos para el café y el resto para lo que no se cuenta. Aún me sobran diez hasta las siete. Mi compañero se retrasa, una hora (sin pedo, como dir'ia él, reviso la prensa y el e-mail).

Salida hacia Dallas. Unas siete horas de camino. Paramos creo que cuatro veces, placido viaje tratando de conversar en inglés con ellos, Diego y Sonja, periodista alemana, conocedora de varias lenguas, y novia de mi compadre. Con un par de... se hizo ida y vuelta en el mismo día.

Llegada a las 15.40. Veinte minutos para que empiece el concierto de Ghostland Observatory. Dos cervezas por barba y al meollo. El olor a porro y cruce de pastillas alrededor se contradice con el enorme buen rollo generalizado. Me invitan a una, dos, tres fiestas en un momento. Se vuelven locos cuando les digo que soy de España (¡nos quieren!)

Era, además, el día de Saint Patrick (aunque realmente se celebra el lunes), y todo el mundo vestía de verde como manda una tradición internacionalizada. El concierto dura cerca de dos horas, o por lo menos ese es el tiempo que estuvimos bajo el Lorenzo. La deshidratación invitaba a la cerveza, pero con el fin del más que divertido concierto, llegó el bajón. Habíamos bebido de más y ya era tarde (siempre pasa lo mismo, ostia!).

Pero había que comer, y 'el Griego' tenía buena pinta. Pobre Sonia, de verdad. Yo no pude acabar mi plato ni de broma. El silencio y las risas se alternaban, apenas se oían palabras. Una escapada de la mesa empieza a solucionar el problema. Las risas se suceden y entre tanto, visita fugaz al interior de Dallas.

Poco más tarde emprendíamos regreso. "Lo siento Sonia! Me he dormido... dos horas!". Vuelta a casa de una tirada. Llegamos a las cuatro. Gran experiencia y buen concierto. Como decirlo... ya estoy apuntado en el siguiente.