Thursday, March 27, 2008

Lo grande se hace pequeño

Te hace sentir como en una película. Dentro de mil escenas y fotos que sólo has visto desde la lejanía. La riqueza, la grandiosidad, se respira en el ambiente. Las calles se abarrotan de gente en las principales avenidas. Molestas en todas partes. No sabes donde ponerte. La gente empuja por la calle. Nadie pide disculpas (estarán acostumbrados). Si mantienes la mirada en los edificios acabarás por tener dolor de cuello. Si no los miras, acabarás por no saber si ya ha caído la noche.

Ciudad espectacular, no se acaba. Su extravagancia externa se contradice con la suciedad del subway. Ya dudo cuál es la de verdad. Visitas obligadas, prisas y miradas de reojo al reloj en un intento infructuoso de dejarse llevar. Las fotos se acumulan. Las que te haces, las que pides que te hagan y las que tienes que hacer para otras familias. Todas sacan belleza. Es espectacular lo que allí se puede ver. Incluidos atascos diurnos y centenares de basura nocturnos. La ciudad que nunca duerme.

El final de la visita deja sabor agridulce. Nos hemos relajado, empezamos a tener conciencia de lo visto: Empire State, Statue of the Liberty, UN, Brooklyn Bridge... Da vértigo, y no sólo en sentido figurado. Pero Memphis no tenía porque defraudar. Yo ya la conocía, pero enseñársela a mis padres me hizo revivirla de nuevo: Graceland, National Civil Rights Museum, Mississippi River... Y la cabeza vuelve a funcionar.

Hoy ya han pasado tres días desde que se acabó el viaje a Nueva York y Memphis con mis padres y mi hermano. Prometo que todo lo anterior es cierto. Y más, también, pero hoy es el primer día que me atrevo a sentarme a escribir sobre esto. Y lo siento, creo que no está reflejado Nueva York como podría, pero lo cierto es que es sólo una ciudad. Tres días apretando la gota de la garganta me ha dado algo de fiebre. Un alivio compartir con ellos. Todo lo bueno y la única pega, una ausencia definitiva en la lista de buenas personas. Hoy relajo lo apretado entonces.

¿Y ahora? ¿Qué es Nueva York? El frío compartido para visitar la Estatua de la Libertad, el paseo a parejas por el Puente de Brooklyn. La picardía compartida para acelerar las colas del Empire State. Bailes y canciones tan absurdas como divertidas y entrañables. Noches con el Nano y siestas convertidas en reuniones privadas, donde descansa lo que más pesa.

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