No pensaba que estuviera haciendo nada mal. Ni siquiera lo pienso ahora, pero no deja de extrañarme lo que me pasó ayer por la tarde. Y no me resisto a contarlo, porque aún después de un día me parece increíble, casi indignante, que me pusieran pegas en un McDonalds por ponerme en la línea de comida para llevar. Lo hice con mi bici, ¡por supuesto!, pero aún no alcanzo a entender por qué narices me "hicieron el favor" de atenderme.
Sin candado para la bici, con intención de llevarme la comida a casa a la vuelta de sacar dinero y con un servicio de comida rápida en McDonalds de camino... ¿por qué no iban a atenderme? Sigo sin verlo. Lo que me hizo relativa gracia en el momento, sobre todo por la cara de sorprendida de la chica que finalmente me vendió el BigMac, ahora me hace pensar un poco más.
Y es que Memphis, dentro de las muchas cosas que tiene, no entraré en eso ahora, ha sido pensada para ir en coche. Si de Alicante nos quejamos del servicio público, es casi por avaricia si se compara con esto. Si lo hacemos por el estado de las aceras, es porque no pensamos que hay ciudades que ni las tienen. Y si, por añadidura, lo hacemos por los derechos de los ciclistas, es porque ni se nos ocurre que pueda haber algo peor de lo que allí hay. Nos miramos el ombligo, sí, por cultura y porque así nos hemos criado.
Y por cultura, también, me pasan algunas de las cosas que me pasan. La ciudad de Memphis está diseñada para conducir coches. Y punto. Nada de bicicletas ni pie-andantes, ¡qué extrañas ideas son esas!. Y los ciudadanos de la ciudad, educados en esa línea. Ni se les ocurre que debiera ser de otra forma. ¿por y para qué? "Son aquellas pequeñas cosas..." que diría Serrat. Pues eso, son esas pequeñas cosas las que hacen una cultura. Y ha eso he venido también a esta parte del mundo.
P.D.: Dar por hecho que volveré al mismo McDonalds, y en las mismas condiciones. Aunque sólo sea por... eso!
Thursday, May 1, 2008
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