Qué co... hago en Memphis

15 de enero de 2008
Una de las cosas que primero relaciono cuando a alguien oigo la palabra madurez (doy la que ofrece la RAE, aunque hay otras) es Jose Carlos, para-con el mundo. No escribo mejor que él, no pienso mejor que él, ni siquiera tengo el dominio de las palabras que él tiene. Sólo hay una cosa en la que sobresalgo por encima de él. Tengo mas pelo en la cabeza. Y sólo en la cabeza.

Pues sí, si mantuviéramos hoy en día la misma idea de calvicie y canas como símbolo de experiencia, aunque fuese a base de disgustos (que no se si esta comprobado científicamente, por cierto), Jose Carlos sería, aún en contra de su principio humildad Sé que no sé, la excepción que confirma la regla. Regla. Buuhh! ¿Las reglas impiden o protegen? Que cada uno juzgue (y probablemente lo haga según le fue en la feria). Eso sí, una dicotomía tan sencilla como esta habrá quien se atreva a considerarla materia de libro. Y por qué no, sino de qué vivirían las posiciones radicales. Los que, por cierto, ¿son inmaduras a ojos de quién? Y yo qué sé.

Esto venía a cuento de una misma conversación que mantenía hace no mucho con Amaya y con Gandy, y por otras muchas que he tenido sobre el mismo tema con Jose Carlos. “Verás como cuando vuelvas se ven las cosas de forma diferente, y no notas tantos cambios en Alicante. Esto sigue igual, el que no sigues igual eres tu”, coincidían en decir poco más o menos de forma literal.

“Cambiar el punto de vista sobre algunas cosas, y probablemente no hacerlo sobre otras sino reforzarlas, le convierte a uno en una persona más madura”, podría ser mi statement. Se supone que son temas que ya has reflexionado antes, que has defendido y para los que has encontrado todos los puntos de vista que vendrían a defender esa idea. Así, al cambiar de idea, se presupone el hallazgo de otra forma mejor de verlo, diría la lógica. ¿Qué hago yo en Memphis? ¿Sólo estoy aprendiendo ingles? No creo, pero y yo que sé.